El diálogo que nos ofrece hoy la liturgia de la Iglesia es uno de los más
conocidos, y también de los más tensos, de cuantos mantiene Jesús a lo largo de
los evangelios. Se produce en unas circunstancias duras y especiales.
Las autoridades han detenido la noche anterior a Jesús de Nazaret en el Huerto de los Olivos, y tras pasar por el Sanedrín, es entregado a las autoridades romanas, como es preceptivo en aquella provincia del Imperio.
Las autoridades han detenido la noche anterior a Jesús de Nazaret en el Huerto de los Olivos, y tras pasar por el Sanedrín, es entregado a las autoridades romanas, como es preceptivo en aquella provincia del Imperio.
Ante el Prefecto de la Provincia, Poncio Pilato, presta Jesús declaración,
y los evangelios recogen este diálogo. En él Pilato hace referencia a la
acusación con la que se lo entrega, ser rey, y siéndolo querer ‘destronar’ a
las autoridades. Y Jesús responde afirmando que es rey, pero que su reino no es
de este mundo…
«Los
notables judíos lo acusan de ser uno de los caudillos nacionalistas que, bajo
el título de “rey de los judíos”, luchaban por instaurar un gobierno libre de
la opresión romana. Poncio Pilato, como juez, pregunta a Jesús. Pero la realeza
de éste se sitúa en un plano diferente, y el procurador romano no entiende.» (Tú tienes palabras de vida, Verbo
Divino, Navarra, 2005).
No
quiero hablar ahora de qué significa este Reino, qué es el Reino de Dios, por
qué dice Jesús que su Reino no es de este mundo o qué tipo de Rey es Jesús (Rey
al servicio de de los hermanos). Pero poder hablar a partir de la lectura de la
fuerza que tienen en el Reino de Dios los pequeños es uno de los regalos del
Evangelio.
"El
Reino de Dios no viene ostensiblemente, porque el Reino de Dios está entre
vosotros". El Reino como semilla de mostaza, como semilla que crece, el
Reino para los que son como niños, Reino para los pecadores, prostitutas, para
los no-ricos. El Reino para los que vuelven a nacer…
Es
el Reino de las cosas pequeñas, el que está presenta en trabajos entregados de
cada día, en manos que se tienden, en abrazos que se dan, en sonrisas de
verdad, en encuentros de amigos, en tristezas y dolores llevados con esperanza,
y también en los desesperanzados que buscan un consuelo. Verdad y justicia.
Reino de pequeños y de pequeñas cosas.
El
rey de este reino es todo esto. Fue mano, abrazo, lágrima, sonrisa, esperanza.
Y dolor. Así que es un rey que se sitúa por lo bajo y mira desde abajo a los de
abajo. No sabe las cosas por teoría. Las sabe porque las vivió. Y las sabe
porque ama, y el amor habilita para la misericordia y para la alegría y para el
dolor.
Y
la enseñanza con la que me quedo es la de situarme por lo bajo. Y esto lo
traduzco: dejarme amar y abrirme a amar. Esto de amar, que es más fácil decirlo
que hacerlo, es lo que nos permite relacionarnos con nuestro mundo, con los
hermanos y con Dios en libertad.
Ama.
(Sé rey). Y ensancha el alma…
(Escrito para jovenesenhermandad.com)
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